Carta a Lola
Solo tú, el minúsculo mundo en donde mi existencia descansa, en donde respirar sin taquicardia es imposible, Lola, mi devoción por tu ser no debe ser de nosotros, porque me sucedes tanto y de tantas formas que ya no soy yo desde que tú estás, eres para mí lo que mi cuerpo para mi alma, indispensable, todo me conduce a ti, y todo sin ti no es nada, Lola, apiádate de este humilde hombre que ansia tanto tu felicidad, desesperado al pensar que el camino no le va a alcanzar para devolverte todo lo que por tu causa florece y vive, te extiendo mi mano de la misma forma que hice aquel día que te vi partir, te añoro, te extraño, te necesito, jamás creí que yo, un ser tan egoísta y mezquino podría llegar a recibir lo que hoy con inmensa felicidad y tristeza siente, pero el precio que pago por nosotros seca y extingue una parte de mi en donde tu aun no llegas, ese pequeño espacio lleno de todo lo que no eres escuece aquellas partes en donde existo y no gobiernas, pero me mantengo firme sujet